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Trabajo y Familia

FORO: MUJER, DERECHOS, RETOS Y OPORTUNIDADES

Febrero 13, 2008

Panel: “Vida Familiar – Vida Laboral”

Ponente: Lucia Cervantes *

El tema de la sinergia entre la vida familiar y laboral es un asunto muy complejo que ha ido tomando fuerza en los últimos años, tanto en México como en los Estados Unidos y Europa

A lo largo de la ponencia se tocan tres puntos principales: en primera instancia hablamos de la familia, explicando el significado y la función social que tiene esta institución, considerada como célula básica de la sociedad. Seguido de esto, analizamos el concepto de trabajo, el cual es indispensable comprender para poder darle un sentido más profundo, resaltando su importancia y su razón de ser. Por último, se trata la relación que existe entre la familia y el trabajo, explicitando la razón de ser de cada uno, evidenciando que son dos entidades interdependientes, las cuales, si se les da el sentido y el significado debido, no tienen por qué estar en contradicción la una con el otro.

Es difícil dar una definición que responda a la realidad de cada una las familias, ya que todas son diferentes. Sin embargo, la mayoría tienen ciertos elementos en común.

Si tomamos la definición del Diccionario de la Real Academia Española, se puede decir que familia es un “grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas”. Enriqueciendo esta definición podemos añadir que “la familia es el único entorno donde tenemos toda la libertad para ser, vivir y desarrollarnos como nosotros mismos y donde somo acogidos, amados y apreciados por quienes somos”.

La familia es la primera escuela de la vida, pues es la primera sociedad que conocemos, el primer encuentro con las personas. Dentro de ella uno aprende a relacionarse con los demás. En la familia se enseña y se educa, es ahí donde se aprende a dialogar y a ceder.

Esto es fundamental para la vida social, por lo que en aras de tener una sociedad sana, cada familia debe de ser cuidada y protegida. En este sentido podemos afirmar que la sociedad depende de la familia, pues es ella quien aporta nuevas personas para su integración en la comunidad. La familia es la principal generadora de capital humano, lo que significa que para que una sociedad pueda ser sana debe tener como fundamento familias sanas. La familia aporta sujetos formados y educados para poder lanzarse al mundo laboral, de manera que contribuyan al buen funcionamiento, crecimiento y fortalecimiento de la sociedad.

Es importante tener en cuenta que las familias no se dan por sí solas. Es imperativo poner nuestro esfuerzo para que sigan adelante, para que realmente sean familias sanas. Resaltar el hecho de que el amor tampoco se alimenta solo, pues es indispensable seguir nutriéndolo para que siga vivo y para hacerlo más grande y maduro. Concretamente, el amor familiar es decisivo para que una familia pueda desarrollarse de la mejor manera posible.

Hay que ser realistas en la visión que tenemos de la familia, pues no podemos pensar que todo es color de rosa. Todas las familias tienen conflictos, lo importante es la actitud de fondo con el que los enfrentemos. De hecho, los problemas no sólo son comunes, sino que también son necesarios, pues nos ayudan a crecer y a madurar .

¿Cómo se puede lograr esto? Cada quien tiene un papel diferente en su familia, y para contribuir a su sano crecimiento, es necesario que cada miembro cumpla con sus funciones lo mejor posible.

Todas las familias son diferentes y son justo esas diferencias las que enriquecen esta institución, pues hacen que cada miembro se sienta parte de algo único, algo que no encuentra en otro lugar.

Es necesario organizar, delegar, trabajar con disciplina e incluso determinar una especie de estrategia para sacarla adelante.

Cada familia debe establecer sus prioridades y establecer su escala de valores.

En la medida en que la familia sea protegida y cuidada, el capital social que produzca también será mejor. Igualmente, el trabajador tendrá una mejor disposición para realizar el trabajo, así como un mayor desarrollo personal que redundará en una mejora social. “Pudiera afirmarse que la productividad y el desarrollo de un país se potenciarían si se diera también el desarrollo de las familias que lo constituyen. Para tener una sociedad sana, es necesario contar con familias sólidas”.

Por su parte, el trabajo también tiene una función social de vital importancia. Sin embargo, el concepto que se tiene es un tanto reduccionista, pues de manera general, sólo se consideran trabajo las actividades remuneradas. No obstante, el trabajo es cualquier actividad que requiere de esfuerzo, ya sea físico o mental para poder logar un objetivo o resultado. De esta manera, las personas que no

están empleadas y que realizan algún tipo de voluntariado, o quienes se dedican a su hogar y a la educación de los hijos, también están trabajando Es esencial hacer esta distinción para poder comprender el concepto y la razón de ser del trabajo humano.

El trabajo humano tiene tres dimensiones importantes: es a) social, pues siempre se vincula, de una un otra forma, con otra persona; es b) personal, pues da la posibilidad de crecer y de desarrollar capacidades, de aprender técnicas, de adquirir conocimiento y practicarlo, de hacer uso de nuestros talentos y habilidades; y la tercera dimensión, el trabajo es c) necesario, ya que si no hubiera trabajo, la sociedad simplemente no funcionaría, ya que posibilita la sobrevivencia, la producción de bienes, la forma de proveer lo necesario para la familia y contribuir a la sociedad y al país al que pertenecemos.

El trabajo es un bien de todos, por tanto debe estar disponible para todos los que son capaces de trabajar.

El objetivo principal de cualquier trabajo es siempre la persona, como lo indica la frase “hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar”

Y al unir los dos puntos anteriores, nos encontramos frente a un dilema:

la familia necesita del trabajo para sobrevivir, mientras que el trabajo necesita de las familias para que pueda ser realizado . Sin embargo, ¿cuál está en función de cuál? Es una realidad que es necesario dedicar un tiempo a ambos, y muchas veces se abandona la familia por dedicarse al trabajo, o viceversa: la productividad en el trabajo se ve afectada por asuntos familiares.

La clave está en el saber poner nuestras prioridades en orden y disponer nuestra actitud para mejorar nuestras vidas.

El trabajo y la familia son interdependientes . Cada ser humano tiene unas necesidades básicas como son comida, techo y vestido, y es dentro de la familia que esas necesidades son cubiertas. ¿Cómo? A través del trabajo, pues éste hace posible el sostenimiento de la familia. De esta manera, la familia depende del trabajo para poder subsistir. Por otra parte, no hay trabajo si no existen las personas que lo ejerzan. Con lo cual podemos concluir que el trabajo depende de las familias, pues ellas son las generadoras del capital humano, indispensable para las fuentes de trabajo. Más aun, de las familias depende la “calidad” de este capital humano, pues dentro de ellas se enseñan los valores humanos, la manera de convivir, el respeto, la disciplina e incluso la manera de trabajar .

Actualmente nos enfrentamos con dos distintos escenarios, los cuales no favorecen el equilibrio entre la vida familiar y laboral. Uno de ellos es la manera de pensar que indica que el valor de la persona se centra más en el “tener que en el ser”. Esto conlleva a que las personas pongan al trabajo remunerado como prioridad a costa de la familia.

De la misma manera, es muy común que los trabajadores sientan que su trabajo es su identidad. El reconocimiento del trabajo remunerado otorga una seguridad en la persona que la hace sentirse valiosa y sin ella, se siente perdida, pues le da más importancia al “hacer” que al “ser”.

L a familia y el trabajo son espacios de desarrollo muy significativos en el ser humano. Mediante el trabajo remunerado los miembros de la familia buscan obtener los ingresos para llevar una vida digna. El trabajo permite desarrollar talentos y habilidades manuales, intelectuales y sociales que se traducen en beneficios personales y familiares más aún para la sociedad misma.

El trabajo humano y la familia tienen un gran valor e importancia para las personas y para la sociedad en conjunto. Ambos son interdependientes, por lo que debemos tratarlos como tales, en lugar de contraponerlos. Debemos orientarlos al servicio de los hombres, de manera que contribuyan al bien de la sociedad y al de cada uno de sus miembros.

Un aspecto importante a considerar es el que se hace notar dentro de los cambios sociales el Plan Nacional de Desarrollo: “ El carácter cambiante de la sociedad mexicana requiere una adaptación constante para asumir el nuevo papel de la mujer y fomentar el fortalecimiento de las familias, la articulación de tejido social y el surgimiento de nuevas formas de expresión y participación”. Considera también que: “A pesar de la creciente participación laboral femenina, subsisten numerosas diferencias respecto de la situación de los hombres, tanto en lo referente al salario como en el riesgo al desempeñar empleos precarios. Las mujeres continúan llevando a cabo la gran mayoría de las tareas en el hogar. Sin embargo, entre los jóvenes, los hombres se responsabilizan cada vez de una mayor cantidad de tareas relativas al hogar, aunque permanece la menor contribución masculina en la división doméstica del trabajo”.

CONCLUSIÓN:

Muchos problemas sociales están directamente ligados a una falta de equilibrio entre la vida familiar y laboral. Y gran parte de las veces, la calidad de vida se ve afectada por esta razón.

Equilibrio entre familia y trabajo significa reorientar el concepto de trabajo, creando una cultura en la que la cuestión práctica del cómo, cuándo y donde, esté en función del “por qué” del trabajo.

La educación para un equilibrio debe comenzar en la familia y debe ser reforzada por el sistema de educación y los medios, pues ellos tienen el poder de crear actitudes sociales hacia diversos modelos.

La problemática de lograr una sinergia entre la familia y el trabajo, no es solo cosa de mujeres, también lo es de los hombres. De ahí que este equilibrio debe ser buscado desde una perspectiva de familia.

Debemos educar para el equilibrio, promoviendo una escala de valores y prioridades que enseñe a poner el valor de las personas, sobre el valor de las otras cosas. Este balance se logra cuando hombres y mujeres ponen el bien y el desarrollo de la familia como el propósito del trabajo y consecuentemente, lo adaptan y estructuran hacia esa finalidad.

Muchas gracias.

* Presidenta Nacional del CEFIM

Centro de estudios y formación integral de la mujer.

Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Reconciliación de la Vida Familiar y la Vida Laboral , México 2006, p. 15.

Cfr. Plan Nacional de Desarrollo. Introducción.

 

 

 

 

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