Portal Semanario
Año 12. No. 656. del 22 AL 29 de julio 2018
Premio de Comunicación Alternativa

 

VAMOS A LA OBRA

 

Nelson Mandela-En nombre de la libertad.

Documental Realizado por Jean Marie Salhani.

*Cambios que ayudan a mantener igual lo sustancial del régimen.

Por Antonio Peregrino Rojo: "El amigo bombero Peregrino",

Colaborador voluntario de Frecuencia Laboral

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

 

Nelson Mandela, quien cumpliría cien años de vida el 18 de julio de 2018, pasó a la historia por haber sido el primer presidente de raza negra en Sudáfrica, un país en donde esa población es el 80% del total, sin embargo con su llegada al poder no hubo cambios radicales ni siquiera tibios. Conformó a su gabinete con las mismas personas blancas que formaban al gobierno que le antecedió, algunos acusados de tortura y de mantener el apartheid, es decir la separación por ley de la población según criterios racistas, pero a todos los perdonaron porque su política era “perdón y olvido” y hasta el Papa Juan Pablo II llegó a aquella nación para repetir ese slogan.

Aunque hizo juicios para que las víctimas pudieran decir a los agresores en su cara lo que habían sufrido, no pasó de ahí. Al final de su gobierno Mandela logró el reconocimiento de la igualdad de razas ante la ley, pero no hubo cambios sustanciales sólo ayudas económicas para madres solteras, niños y viejitos. En esencia su gestión, se distinguió por ser un cambio para que todo siguiera igual.

A finales de 1900, los derechos humanos impidieron a los explotadores seguir maltratando a los africanos de color, pero aun así existían dos áfricas, una de personas blancas privilegiadas y otra de raza negra discriminada y empobrecida.

En Sudáfrica, el país más grande de continente africano a la raza negra le negaba el ejercicio de todos los derechos de los que sí gozaban  los ciudadanos blancos.

 

A la población negra la separaban y la obligaban a vivir en enormes extensiones de terreno sin vivienda digna ni servicios, les llamaban guetos. Parecían campos de refugiados, eran millones de africanos que vivían en estas condiciones. A esta separación de razas se le llamó el apartheid.

Los blancos explotaban a los de color y no les importaba que vivieran en pobreza extrema.

 

A mediados del siglo pasado surgieron movimientos libertadores, pero fueron aplastados por el ejército, aun así el descontento fue creciendo, y en los 1990s, al borde de una guerra civil, el gobierno africano –integrado exclusivamente por personas de raza blanca- liberó de su encarcelamiento a Nelson Mándela, líder de los africanos de color quien llevaba 26 años preso.

 

El gobierno “blanco” consideraba a Mandela como la persona ideal y su mejor oportunidad para resguardar “la paz y la tranquilidad”.

El pueblo Africano de color lo consideraba su mayor esperanza para lograr la igualdad, la justicia social y la solución a sus problemas.

 

Pero triste realidad.

Mandela pactó con el gobierno blanco para hacer una transición pacífica y tranquila, sin violencia, así, el 27 de abril de 1994, Mandela ganó las primeras elecciones de África en donde la gente de color podía votar, ganó con el 60% de los votos y se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica y con esto se diluyó el peligro de la guerra civil.

 

Mandela, mantuvo en su gobierno al mismo equipo del “gobierno blanco”, según él para vigilarlo mejor. No cambió a nadie y no puso a nadie de su gente que lo había apoyado. Inclusive sostuvo a Pig Bota como ministro de energía, quien había sido uno de los impulsores del apartheid, hasta su secretaria particular Zelda Lagrange era blanca.

 

Cuando terminó su mandato en 1999, dejó una nueva constitución en donde le dió garantías igualitarias a todas las personas de color, mestizos y blancos,

Pero en los hechos prácticamente no cambió nada, continuaron los guetos, les da una ayuda económica a las madres solteras, desayuno y educación primaria a los niños de color y una mini pensión a los viejitos.

 

Los africanos de color narran que ellos siguen igual pero que la familia de Mandela ahora se transportan en automóviles Mercedes Benz y viven en mansiones de lujo, mientras ellos siguen viviendo en los guetos, sin drenaje, agua ni luz  ni una vivienda digna.

 

 
   
 
 

 

 

 
 
 
 
 

 

 

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