Portal Semanario
Año 13. No. 671. del 03 al 10 noviembre 2018
Premio de Comunicación Alternativa

 

Recordamos con Motivo del Día de Muertos

EL INCENDIO QUE MÁS BOMBEROS SE LLEVÓ

*Corrieron al jefe de estación por declarar que fue provocado.

 

Participación de Antonio Peregrino Rojo,

Colaborador voluntario de Frecuencia Laboral,

Participación en el programa del sábado 03 de noviembre de 2018,

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

 

En 1948, los bomberos de la Ciudad de México tenían su estación en las calles de Independencia esquina Revillagigedo y atendían a una población de 3 millones de habitantes en lo que era el Distrito Federal. Trabajaban en horarios excesivos de 48 x 24 horas.

Durante la madrugada del domingo 28 de noviembre de 1948, sonó la alarma de incendio en la estación central. El viejo edificio de tres pisos, en la calle 16 de Septiembre 71 esquina Palma, en el centro de la Ciudad de México, estalló en llamas.

El incendió se registró  en la famosa tlapalería y ferretería “La Sirena”.

ARDIENTE PESADILLA

Era una noche apacible cuando de pronto el cielo del centro de la ciudad se iluminó de rojo y amarillo. Vecinos de las calles aledañas a 16 de Septiembre despertaron súbitamente al escuchar un estruendo producido por un estallido alrededor de las 3 de la madrugada del 28 de noviembre. Luego, vendría el ruido de las ambulancias y camiones de bomberos.

Los valientes tragahumo rompieron la cortina para entrar a combatir el fuego dentro del local, tan solo pasaron unos momentos antes de que aquel incendio ocasionara que el techo de la planta baja del inmueble se desplomara sobre los heroicos vulcanos, terminando así tristemente con sus vidas. El saldo de aquella desgracia fue de 12 bomberos que perdieron la vida aquella madrugada fatídica.

En sus más de 130 años de historia del heroico Cuerpo de Bomberos de la CDMX, este ha sido el peor episodio registrado por el que hayan transitado, ya que jamás han muerto tantos elementos en un mismo incendio, tal y como ocurrió aquella madrugada.

“La Sirena”, fundada cerca de 1859, surtia a la capital de varias herramientas de trabajo. También contaba con desinfectantes como creolina, aguarrás, thiner y bolitas de naftalina para los roperos, entre otros tantos artículos útiles para el hogar. Se cuenta que don Porfirio Díaz fue cliente de la famosa ferretería.

MANOS CRIMINALES, CAUSA DEL INCENDIO

El gerente de “La Sirena” sospechaba que fueron ladrones los que provocaron el siniestro.

El local era grande y tenía techo de bóveda catalana sostenido por grandes vigas, a la usanza del siglo XIX. Para la pequeña ciudad de entonces, era casi la única que abastecía de herramientas a la ciudad. 

No se supo a ciencia cierta cómo ocurrio el incendio, pudo ser una bujía o un quinqué (lámpara portátil que funciona con petróleo o aceite), o quizá una vela mal puesta.

El incendio se vio por todo el Zócalo, incluso desde La Merced, y devoró a gran velocidad la tlapaleria.

Con mucho esfuerzo los bomberos lograron apagarlo, pero al remover todo, la estructura sentida, cayó sobre ellos. En aquella época el siniestro resultó espeluznante.

El lunes 29 de noviembre de 1948, Continuaba la búsqueda frenética de los desaparecidos.

Se informaba que con periódica regularidad, las estaciones de radio de la capital pedían el auxilio de personas que supiesen manejar palas mecánicas, para que ayudasen a remover los escombros del edificio que se derrumbó con motivo del incencio más pavoroso que registraban los anales capitalinos, ocurrido en la tlapalería “La Sirena”. Así fue como los metropolitanos se dieron cuenta de las enormes proporciones de la catástrofe.

En la calle 16 de Septiembre, lugar del trágico siniestro, se congregaron cerca de 700 personas, entre miembros del Ejército, policías, bomberos y camilleros de las cruces, roja y verde. Removían entre todos el lodo y despojos en busca de más personas desaparecidas.

Posteriormente el entonces Presidente Miguel Alemán hizo acto de presencia en el lugar del duelo donde se alinearon los restos de los heroicos bomberos caídos.

También se informaba que el apoderado y gerente de la famosa ferretería, Federico E. Albert, afirmó categóricamente que manos criminales causaron el incendio que destruyó la vieja negociación y arrojo enorme saldo de vidas humanas. Declaró también que -según como los bomberos le habían informado-, “una persona estaba en el interior del edificio, cuando fueron avisados que estaba envuelto en llamas. Como nosotros no tenemos velador -agregó el señor Albert- y ninguna persona queda en el interior del edificio cuando éste se cierra, pudo tratarse de un ladrón”.

Por su parte, Carlos Reichert, Gerente de “La Gran Sedería” y uno de los principales accionistas de “La Sirena”, declaró que la ferretería contaba con 32 empleados y estaba en un edificio viejo. Las pérdidas en mercancías se estimaban en no menos de un millón de pesos.

 

EL PRIMER CUERPO DE BOMBEROS EN MÉXICO

 

El grado de heroico Cuerpo de Bomberos le fue otorgado a los traga humo por mandato presidencial después de su participación en el incendio de la tlapalería y ferretería “La Sirena”, el peor en la historia de la Ciudad de México.

 

Aquella mañana del 28 de noviembre, cuando se incendiaba el edificio de tres pisos, el auto número 8 de la estación de bomberos de Tacubaya salió al llamado de auxilio. Al llegar, el incendio estaba fuera de control. El saldo oficial fue de 13 muertos: 12 bomberos y un civil, aunque hay quienes aseguran que el número de víctimas superó las 30 personas.

 

DOLOROSA PROCESIÓN

La trágica muerte de los doce bomberos dio motivo a que todos los nobles sentimientos de nuestra sociedad se desbordaran en un gesto póstumo de reivindicación en favor de los deudos de los caídos. Hubo colectas públicas para beneficiar a sus familiares.

El Presidente de la República, Miguel Alemán, ordenó el establecimiento del seguro del bombero.

El actor Mario Moreno “Cantinflas”, organizó y actuó en un gran festival, cuyas entradas fueron destinadas para auxiliar a las familias de los héroes caídos.

Y el pueblo se mostraba en una imponente manifestación de duelo. El dolor piadoso  de los capitalinos se volcó durante el sepelio de los bomberos que cayeron en el arduo cumplimiento de su deber.

Toda la ciudad se inclinó al paso del cortejo fúnebre en un gesto de homenaje final a su abnegación, desde el Presidente de la República, que hizo una guardia solemne ante los féretros, junto con secretarios de Estado, hasta la gente humilde, que se apretujaba a la salida del cortejo del Edificio de Bomberos, construido en 1908 en la calle Revillagigedo -hoy Museo de Policía.

A lo largo de las avenidas metropolitanas, el dolor era visible en todos los rostros.

La procesión luctuosa fue encabezada por el entonces regente de la ciudad, Fernando Casas Alemán. El entierro de aquellos valerosos hombres significó la más importante manifestación de duelo registrada en la capital.

INJUSTICIA BOCHORNOSA

En contraste, Se descubrían datos acerca de la bochornosa injusticia que sufrían los bomberos en aquella época.

La Ciudad de México, con casi tres millones de habitantes en 1948, sólo contaba con 133 bomberos para proteger su seguridad contra los amagos del fuego. Un número insuficiente de bomberos mal pagados tenía que luchar demasiado para mantener su prestigio de héroes. La abnegación de los bomberos producía casos como el de Francisco Zúñiga, quien después de 23 años de servicio, contrajo en el cumplimiento de su deber, una enfermedad de la vista, que lo dejó incapacitado para su trabajo como bombero y para cualquier otro oficio. 

Aquel hombre tenía un sueldo de apenas 9 pesos diarios y debía mantener a su mujer y cuatro hijos.

Una Multitud congestionada frente al edificio de Bomberos, de cuyas puertas colgaban los desolados crespones del luto. Horas enteras esperó el público el desfile luctuoso para rendir homenaje a las víctimas. También el Paseo de la Reforma lució pletórico, tal como lo muestran las fotografías captadas por Enrique Metinides desde lo alto del Ángel de la Independencia.

BOMBERO CAÍDO, PADRE Y ABUELO DE FAMOSOS

Cabe destacar que uno de los bomberos que perdieron la vida en aquel incendio, el Sargento Segundo, Claudio del Castillo, resultó ser el padre del actor Eric del Castillo, y por consiguiente, abuelo de la hermosa actriz, Kate del Castillo.

-Claudio fue uno de los valientes bomberos que enfrentó a las llamas sin control, durante la madrugada del 28 de noviembre de 1948 en la tlapalería y ferretería “La Sirena”.

Otras de las víctimas de aquella catástrofe fueron el Teniente Coronel, José Saavedra del Razo; el Capitán Ponciano Quiroz Herrera y los bomberos José Balbuena Vera, Jorge Ruiz Reyes, Gustavo Salazar Bejarano, Daniel Hernández Popoca, Eduardo Negrete Rivera, Ramón Arriaga Aceves. A estos desaparecidos se sumaron en las últimas horas del siniestro, los cuerpos calcinados del sargento Manuel Zamora Juárez, Juan Ramírez Mancera y Benito Fernández Arrieta, que fueron rescatados en la mañana del lunes 29 de noviembre por las numerosas partidas de salvamento que contribuyeron a la búsqueda de los bomberos desaparecidos.

Los restos de los infortunados bomberos reposan en el Panteón de San Joaquín.

 

 

 
   
 
 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 
 
 
 
 

 

 

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