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Año 14. No. 722. del 10 al 17 noviembre 2019
Premio de Comunicación Alternativa

 

La libertad sindical mal entendida puede debilitar a los trabajadores

LA CREACIÓN DE MÚLTIPLES SINDICATOS EN EL SECTOR DE LA CULTURA

*La creación de nuevos sindicatos ha ido acompañada por legisladores, interesados en ampliar su influencia.

 

Carlos Guillén S.

Integrante del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear y

colaborador voluntario de Frecuencia Laboral

publicación original de www.frecuencialaboral.com

La reforma laboral publicada en mayo de 2019 tiene entre sus temas la libertad sindical. Aunque ya desde antes de modificar la legislación laboral, ésta incluía la posibilidad de crear nuevos sindicatos, incluso cuando ya hubiera alguno en un centro de trabajo o industria, la combinación de la  reforma y las condiciones de organización sindical en algunos lugares, han dado pie al surgimiento de nuevas organizaciones sindicales.

En diversas dependencias gubernamentales se han creado organizaciones alternas ante el descontento de grupos de afiliados con sus sindicatos. Son, entre otros, los casos del ISSSTE, el Seguro Social, Petróleos Mexicanos y algunas instituciones educativas. En algunos casos, el anuncio de creación de una nueva organización sindical ha ido acompañada por legisladores, que dicen apoyar a los trabajadores pero más parecen interesados en ampliar su campo de influencia.

Hay sin embargo, un sector en el que la creación de sindicatos puede considerarse un verdadero caso de proliferación sindical. Es el de los trabajadores de la Secretaría de Cultura, donde sus trabajadores están agrupados en más de una docena de sindicatos. Los hay por gremio, por institución, por especialidad profesional o mixtos.

Con la creación de la Secretaría de Cultura, que integró a los institutos nacionales de Bellas Artes (INBA) y de Antropología e Historia (INAH),  a sí como a otras instituciones, como Radio Educación o las dedicadas a las Culturas Populares y al personal administrativo y de apoyo de lo que fue el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se llegó a pensar que podría dar lugar a un gran sindicato de trabajadores de la nueva secretaria. No fue así.

Originalmente, los trabajadores de la cultura eran afiliados del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en el que formaban parte de delegaciones por institución y por estado. En numerosos casos, los trabajadores contaban con experiencia organizativa y tradición de lucha, lo que les permitió ser parte de proyectos sindicales democráticos y de avanzada, a pesar de ser parte de un sindicato mejor conocido como un instrumento de control gubernamental, que como un sindicato que defendiera los intereses de sus afiliados.

Son los casos de las otrora delegaciones DIII 22 y DIII 24 de la sección 11 del SNTE, que integraban a los trabajadores de Bellas Artes y de Antropología, respectivamente, y que fueron base para otras delegaciones democráticas de carácter local o nacional. Es notable también, la experiencia de los investigadores del INAH, cuya delegación fue parte muy importante de la democrática Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación CNTE.

Los trabajadores administrativos técnicos y manuales del INAH, llegaron incluso a contar con un organización nacional y lograron que les fueran entregadas las cuotas sindicales correspondientes, tan rigurosamente controladas por los charros.

No obstante, estas delegaciones con vida sindical democrática, no estuvieron exentas de diferencias internas, lo que dio lugar a desprendimientos que formaron nuevas delegaciones, cada una con sus propias instancias de organización y dirección. Un factor en común fue la defensa de los espacios de cada delegación y un discurso de defensa del patrimonio cultural y artístico nacional.

La posición ante la materia de trabajo dependía mucho de la composición de cada delegación. Aunque prácticamente todas se pronunciaban por fortalecer sus instituciones, unas ponían el acento en los derechos laborales, mientras otras lo hacían en temas de educación o del patrimonio cultural.

Estas diferencias no desaparecieron con la creación de la Secretaría de Cultura. Aunque hubo intentos por unificar esfuerzos sindicales, pasaron de ser parte de un sindicato nacional, a crear numerosas organizaciones. Con cientos o con miles de afiliados, las fusiones, cambios, reagrupamientos o rupturas, dieron lugar a un importante grupo de sindicatos de trabajadores del conocimiento; la mayoría de ellos con denominación nacional.

Un factor adicional, fue la rápida transformación y registro a una organización que desde hace ya varios años, surgió en clara respuesta a la organización de los trabajadores del INAH, ostentándose como sindicato nacional, sin mayor presencia ni participación en el campo del sindicalismo conocido como independiente y sus instancias de unidad y coordinación.  

En este recuento no podemos dejar de lado la existencia de cantidades importantes de trabajadores carentes de prácticamente todo derecho. Se trata de pasantes o incluso profesionales recién egresados, que son contratados de manera irregular para realizar trabajo de base, ante la insuficiencia del personal y ante las crecientes actividades derivadas, por ejemplo, de la necesidad de cubrir las 45 mil zonas arqueológicas o la atención en el terreno de la cultura a una población creciente.

Las administraciones, en lugar de buscar alternativas y recursos para contratar personal en los términos establecidos por la legislación laboral, prefieren contratar personal de manera irregular: temporalmente, sin seguridad social, sin prestaciones, sin generar antigüedad. Se trata de empleos precarios, muy lejos de lo que la Organización Internacional del Trabajo ha definido como trabajo decente. El derecho a la organización sindical para estos trabajadores es, por supuesto, prácticamente letra muerta.

Tenemos entonces una secretaría de estado que integró a los trabajadores de diversas instituciones con diferentes condiciones de trabajo y prestaciones -algunas no reconocidas por las autoridades hacendarias- y organizados en al menos 15 sindicatos.

Tenemos conocimiento de 8 sindicatos que agrupan trabajadores del INBAL, 3 que afilian a personal del INAH y 4 que integran a personal de ambas instituciones y de otras dependencias. El número de organizaciones ha variado desde la creación de la Secretaría de Cultura y puede seguir variando, ya que hay diferencias en la actividad laboral y profesional y en la forma de practicar la vida sindical.

En la relación con otras organizaciones también hay diversidad. Varios sindicatos tienen participación en la Coordinadora Nacional de Sindicatos Universitarios, de Educación Superior, Investigación y Cultura (CNSUESIC) -espacio que podría ser punto de acercamiento y construcción de caminos comunes- mientras hay los que se identifican con la federación creada a instancias del SNTE, cuando rompió con la otrora oficialista central de burócratas.

Hay sindicatos que han estado cerca de la Nueva Central de Trabajadores y otros que incluso han tenido una presencia constante en la Unión Nacional de Trabajadores. Como era de esperarse, hay procesos de coordinación más o menos constantes entre algunos de estos sindicatos.

La ubicación de estos trabajadores, en instituciones cuya actividad es la investigación, preservación, difusión y educación en los terrenos del patrimonio cultural y las artes, les da una posición de privilegio para incidir en la conciencia de los mexicanos. La dispersión sindical dificulta, aunque no impide que avancen por este camino. Su posición ante la materia de trabajo y en la construcción de la unidad es fundamental para su avance. Ellos lo saben .

guillen.s.carlos@gmail.com

 
   
 
 

 
 
 
 
 

 

 

 

 

Año 14. No. 722. del 10 al 17 noviembre 2019
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