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Premio de Comunicación Alternativa

 

Ganada a Pulso

MALA IMAGEN PÚBLICA DE LOS SINDICATOS

 

Por María de Lourdes Martínez González

Periodistas y Conductora de Frecuencia Laboral

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

 
Los sindicatos y dirigentes sindicales tienen el reto de cambiar con hechos la mala imagen pública, que muchos líderes del pasado y, algunos de ahora, se ganaron a pulso advirtió el investigados de la UNAM en medios de comunicación, Raúl Trejo Delavre

Dijo que al sindicalismo y a sus líderes se les identifica con el enriquecimiento inexplicable, la explotación y control de los trabajadores que representan, el entreguismo al gobierno y a las empresas, advirtió el investigador de la UNAM en medios de comunicación, Raúl Trejo Delavre

Al participar en el Foro Medios de Comunicación y Sindicalismo ¿Una Relación de Amor y Odio?, que organizó la Fundación Friedich Ebert y la vicepresidencia de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) el investigador comentó:

"Pero además tenemos el problema de que a los sindicatos se les identifica con viejos estereotipos, algunos de los cuales no son solamente simbólicos sino que constituyen parte de la vida real, que sigue siendo parte de la vida de los sindicatos: los viejos líderes sindicales, siguen siendo el paradigma con el que se identifica al sindicalismo mexicano".

Opinó que por debilidad, por insuficiencia o porque están en minoría, los sindicatos y líderes con un afán democrático, de libertad sindical, de lucha por la conquista y rescate de los derechos laborales, no han podido convencer a la sociedad de que son diferentes a los lideres charros.

"Hace un año en una encuesta de cultura política patrocinada por la Secretaría de Gobernación, pero levantada por investigadores universitarios le preguntó a la gente ¿qué tanto confía en instituciones y actores?

En una escala del 0 al 10 la gente le da a los médicos 8 por ciento. Al ejército mexicano 7.72, a los medios de comunicación 7.4, en el presidente la confianza es de 6.7, en el congreso de 6.3, en la policía la gente confía 5.5, en los sindicatos los mexicanos confían 5.96.

Es decir la gente confía en los sindicatos por encimita, apenas, de los policías, pero por debajo de todos los demás".

Consideró que esta es una mala imagen ganada a pulso. Pero los medios periodísticos contribuyen, además, a destacar los aspectos más estridentes, más extravagantes y más grotescos de un mundo sindical que nutre de malas noticias a los medios de comunicación.

A Continuación Reproducimos la Versión de la Conferencia de Raúl Trejo Delavbre
Investigador de la UNAM, especialista en el análisis de los medios de comunicación de México, analista de la legislación de los medios de comunicación, investigador del rol de los medios en los procesos electorales y de las estructural internas de los medios de comunicación.

El título que se le dio a la sesión de la relación amor-odio, ejemplifica muy bien el trato frecuente entre los sindicatos y los medios.

Para los sindicatos, los medios suelen ser espacios que desde el punto de vista sindical se consideran propicios para replicar o reproducir el discurso de las organizaciones gremiales. Y para los medios los sindicatos son tema de noticia, entre más estruendoso mejor, pero no siempre hay coincidencia entre los intereses de ambos por una razón:

Los medios consideran noticia a los sindicatos, casi siempre cuando los sindicatos tienen malas noticias para ellos mismos. Cuando hay una huelga por ejemplo. Una huelga nunca es una buena noticia para los trabajadores, es el momento extremo de la lucha gremial al que se llega cuando no quedan otras opciones y, entonces, este tipo de asuntos son buena noticia para los medios.

A los sindicatos, por lo general, les preocupa estar relacionados con los medios solamente para que propaguen sus acciones.

Y yo me quiero preguntar. ¿Y por qué a los medios de comunicación les van a interesar los temas sindicales, por qué creemos que son tan interesantes, por qué consideramos que son susceptibles de llegar al resto de la sociedad?.

Hay que recordar que los medios de comunicación -y aquí diré algunas cosas obvias- son escenarios de intercambio entre los actores de cualquier sociedad, son espacios de exposición entre todos los que quieren decir algo, son espacios de confrontación y son espacios, inevitables, en la construcción de consensos y de imágenes de los actores sociales.

No hay decisión importante alguna, no hay elección alguna, no hay iniciativa política alguna, que no pase por el tamiz de los medios. Eso significa que tienen que aparecer en los medios personas, discursos, lo que sea, y que en los medios se construye parte del consenso que otorga la sociedad acerca de iniciativas, personajes o grupos políticos.

Los medios son espacios pero, mucho ojo, son también actores, no son solamente intermediarios entre distintos elementos de la sociedad. O entre la sociedad y el poder político, como se les hubiera entendido antes.

Los medios tienen dueños, agendas, intereses, que modulan y, en algunos casos, oscurecen la información que dan a conocer.

Los medios, vale la pena recordarlo, son por definición autoritarios en una sociedad de masas. En los medios de comunicación, unos cuantos -el dueño, el jefe de información, el editor- deciden que van a transmitir para el resto de la sociedad.

Y mientras más sofisticada sea la tecnología que permite que un solo mensaje se propague hacia las demás personas, mientras más aumenta una tendencia internacional, que es la concentración de muchos medios en unas cuántas manos, más autoritaria es la capacidad de los medios de masas, para que unos cuántos difundan los mensajes hacia la sociedad.

Por eso es importante pensar cómo es que los medios deciden difundir lo que difunden. Cómo los medios deciden sus agendas. Y yo quiero señalar tres motivos de definición de las agendas de los medios.

En primer lugar a los medios les interesa difundir los mensajes que les van a interesar a sus audiencias. Quieren mantener niveles de rating -que es la unidad de medición de la audiencia en la radio y en la televisión- o niveles de lectura altos.

Hoy en día, máxime cuando ya hay alguna competencia entre ellos, necesitan tener muchos lectores o muchos radioescuchas o televidentes para tener publicidad.

¿Y cómo le hacen para interesar a sus audiencias?.

Los recursos mediáticos para llamar la atención de sus posibles públicos no están emparentados con la calidad de los mensajes. Al contrario, un factor importante de los temas que los medios deciden difundir es la capacidad de estruendo de algún asunto.

Mientras más escandaloso sea un tema más les va a interesar a los medios de comunicación.

La firma de un pacto, por ejemplo, no es tan buena noticia como la ruptura entre dos actores políticos o varios. El hecho de que en la cámara de diputados haya una votación después de una larga discusión, no es noticia tan relevante como el hecho de que, en la misma Cámara de Diputados, se agarren a trancazos.

Una sesión de 12 horas en la Cámara de Diputados donde con frecuencia hay discusión de ideas, en ocasiones es reseñada por los medios, simplemente dando a conocer las palabras estruendosas entre legisladores de dos partidos distintos.

O un discurso de un candidato político en una plaza pública, que puede tener muchas propuestas o una densidad de ideas, llega a ser mencionado en los medios cuando este candidato insulta a otro o cuando habla de las chachalacas.

Desde luego tenemos una clase política a la cual los medios no le tienen que ayudar porque es simplista y elemental.

En segundo lugar. A los medios les interesa también lo inusitado. Catástrofes, descubrimientos, asuntos insólitos. Un apotegma muy socorrido en el campo de la comunicación, sugiere que no es noticia si un perro muerde a un hombre, pero si ocurre lo contrario entonces sí lo es, por insólito.

En tercer lugar. A los medios y a sus audiencias les interesa tener noticias de asuntos cercanos a ellos. Si escuchamos que hay un problema de tránsito en Guadalajara no nos va a inquietar. Si sabemos que ese problema es en el Monumento a la Revolución sí nos va a interesar.

En cuarto lugar. Al auditorio le interesa aquello que lo va a involucrar, que le es familiar o aquello con lo que los medios lo involucran o le crean complicidades. Aunque no nos conozcamos en persona de pronto sentimos que los amoríos de una cantante o los chismes de algún locutor nos interesan mucho, porque se trata de personajes que miramos en los mismos medios. Los medios crean agendas internas a partir de promocionar a algunos personajes.


En quinto lugar. Al auditorio le interesa lo que es relevante para su vida ahora y en el futuro. Es cuando los medios dan informaciones que tienen que ver con algo más que lo trivial y lo inmediato, con asuntos de carácter económico, la política, las noticias sociales.

Los medios definen sus temas pesando en sus audiencia y, en segundo lugar, pensando y reconociendo presiones.

Igual que a los sindicatos les exigen a los medios que den a conocer, o les piden o les suplican, hay de todo, que den a conocer algunos asuntos. Porque hay muchos otros actores de la vida pública como las empresas, las iglesias, las universidades, el gobierno -en primer lugar-.

Durante muchos años en México no era un secreto de que el gobierno presionaba tanto que definía completamente la agenda de los noticieros en radio y televisión. Aún hoy el gobierno sigue siendo en parte una presión, pero es sólo una, entre varias fuentes de presiones. A veces, con éxito reconocible, a veces dejan sólo lo que quieren que veamos.

Si ustedes siguieron la toma de posesión del presidente Calderón del viernes pasado (primero de diciembre) habrán advertido que en la transmisión televisiva que estaba originada en una señal oficial sólo se veía un segmento de la tribuna y, de repente, como si saliera de una chistera apareció el presidente Calderón y, qué bueno que apareció, tomó posesión,

Pero nadie se enteró por dónde apareció, hasta luego que nos lo han reconstruido. Hasta que el canal del Congreso sí apareció todo el escenario.. Ahí sí se vió la trifulca en la parte inferior de la tribuna. La aparición de Calderón por la puerta que está atrás de la bandera del Congreso. Vaya, la transmisión del canal del Congreso fue una transmisión sin censura y la otra, la de la televisión privada, estuvo controlada por gobernación o, dicen, que por el Estado Mayor Presidencial.

Con lo cual les quiero decir que, en ocasiones, los medios se subordinan de tal manera a las presiones de un actor político que, entonces, nos muestras sólo una parte de los acontecimientos.

Y los medios, por último, tienen -como todos- intereses, aficiones, inclinaciones, gustos, preferencias, culturales, políticos y financieros, sociales, que influyen en lo que transmiten. Ningún medio es -como a veces se pretende, objetivo e imparcial. Todos los medios, cada reportero, a la hora de definir cómo transmiten la noticia le imponen algo de subjetividad.

En ocasiones la subjetividad de los medios se impone de tal forma que define la aparición de asuntos.

Seguramente les ha llamado la atención a ustedes ver en las dos cadenas televisivas de México, ver una novedosa preocupación por el precio de las medicinas. ¿Qué pasó. De pronto Televisa y TV Azteca se dieron cuenta de que las medicinas son muy caras? ¿El señor Azcárraga -dueño de Televisa- y el señor Salinas Pliego -dueño de TV Azteca- fueron a la farmacia y se asombraron de que no les alcanzaba el efectivo o cash para comprarse una aspirina?

Lo que pasa es que la mayor parte o una buena parte de la distribución o intermediarismo para llevar medicinas a las farmacias, está a cargo de una empresa que se llama Saba. Esa empresa es propiedad de una familia que, aparte de tener esa empresa farmacéutica, quiere tener una cadena de televisión.

La familia Saba tuvo dinero metido en el canal 40 de televisión y tiene muchos años queriendo hacer televisión. Moisés Saba que es un empresario de Monterrey. Y se acaban de aliar con una cadena televisiva de Estados Unidos -telemundo- que quieren que en México se abra una licitación, para que haya una nueva cadena de televisión.

Bueno, de eso se trata la rempentina preocupación de Televisa y TV Azteca, no quieren que las medicinas o los mejorales nos salgan más baratos. Quieren presionar a la familia Saba para que deje de interesarse en el mercado de la televisión. De ese tamaño es la imposición de una agenda privada a los asuntos públicos que difunden los medios.

Y desde luego que los sindicatos son igual que las empresas farmacéuticas, igual que los gobiernos, las iglesias, son tema de Interés en los medios, quizá no tanto ni en la manera como a algunos les gustaría.

Y aquí abro un paréntesis para hablar de los sindicatos. Creo que es evidente que han sido actores fundamentales en el México de nuestros días. Son, por ejemplo, los organismos más numerosos de la sociedad mexicana. No hay partido, no hay corporación que tenga tantos miembros como los sindicatos mexicanos, a pesar del declive real de la tasa de sindicalización en México.

En otros tiempos los sindicatos eran actores muy presentes en la vida pública, se escuchaba la opinión de los dirigentes de las centrales sindicales a propósito de muchos asuntos y, hoy, ya no.

Quizá estaba ocurriendo que en otros momentos los sindicatos estaban cumpliendo funciones que en otras circunstancias les corresponden a los partidos políticos.

Teníamos un sistema partidario tan débil, tan hegemonizado por el PRI, que no había espacio para otras organizaciones políticas y, a veces, los sindicatos podían decir lo que no decían otros partidos. Y a veces ni siquiera había partidos distintos al PRI.

Ahora ocurre lo contrario, tenemos una vida pública hegemonizada por el mundo político institucional: partidos, legisladores, gobernadores, en una democracia como la que estamos construyendo.

Pero en esta democracia ni le hemos buscado acomodo a los sindicatos ni los sindicatos se han sabido ganar un sitio nuevo. Muchos sindicatos siguen confiados en negociar posiciones políticas con el Estado a través de los viejos partidos o en alguno de los partidos de su preferencia.

Hoy en día muchos sindicatos han perdido la centralidad política o pública que tenían en otros años, en primer lugar -ya lo dije- porque hay tasas de membresía muy bajas. Ha proliferado tanto el empleo temporal, que muchos trabajadores ya no tienen base de trabajo y ya no son miembros de sindicatos.

Hay una falta de transparencia de los sindicatos, muy pocos sindicatos rinden cuentan sobre el manejo de sus recursos internos, ningún sindicato -que yo sepa- o muy pocos informa sobre el estado de su membresía. Conseguir información sobre el estado de los sindicatos es terriblemente difícil para quien quiera indagarlo desde fuera del mundo gremial.

De tal manera que los sindicatos cuando son noticia, lo son cuando son protagonistas de los conflictos. Ya dije yo que hay una irreductible tendencia mediatica -así es y así va a ser- a identificar las malas noticias con las buenas noticias.

Una huelga es mediaticamente más atractiva que la construcción de un acuerdo entre los sectores productivos o dentro de un sindicato y una empresa.

Pero además tenemos el problema de que a los sindicatos se les identifica con viejos estereotipos, algunos de los cuales no son solamente simbólicos sino que constituyen parte de la vida real, que sigue siendo parte de la vida de los sindicatos: los viejos líderes sindicales, siguen siendo el paradigma con el que se identifica al sindicalismo mexicano.

Y por debilidad, por insuficiencia, porque están en minoría, por muchas circunstancias, los sindicatos y líderes con un afán distinto a Fidel Velásquez, consagrado ahora en una estatua (quien fue durante 63 años líder de la CTM y dictó las políticas sindicales y su opinión fue decisiva para definir quien ocuparía la presidencia de la República. Falleció en 1993), no han podido convencer algo más que el sindicalismo mexicano tradicional.

Hace un año en una encuesta de cultura política patrocinada por la Secretaría de Gobernación, pero levantada por investigadores universitarios le preguntó a la gente ¿qué tanto confía en instituciones y actores?

En una escala del 0 al 10 la gente le da a los médicos 8 por ciento. Al ejército mexicano 7.72, a los medios de comunicación 7.4, en el presidente la confianza es de 6.7, en el congreso de 6.3, en la policía la gente confía 5.5, en los sindicatos los mexicanos confían 5.96.

Es decir la gente confía en los sindicatos por encimita, apenas, de los policías, pero por debajo de todos los demás.

Esta es una mala imagen ganada a pulso. Pero los medios contribuyen, además, a destacar los aspectos más estridentes, más extravagantes y más grotescos de un mundo sindical que nutre de malas noticias a los medios de comunicación.

Hace algunos momentos el vocero de la UNT, Benedicto, nos decía que hay que aprender a usar a los medios, yo esperaría además que los medios no utilicen a los sindicatos, lucrando con ellos con malas noticias.

Yo termino con algunas recomendaciones muy generales hablando de cómo los medios se ocupan de la información sindical.

En primer lugar no es frecuente que los medios hagan investigación.

En México seguimos teniendo sistema mediático, predominantemente utilizado en los dichos y no en los hechos. Las declaraciones, el trabajo de los reporteros que andan con su grabadora detrás de los políticos, dan muchas más informaciones y contenidos que las búsquedas de asuntos.

Así que si algunos veces nos preguntamos por qué un tema diferente, como el esfuerzo del Sindicato de Telefonistas, para capacitar a las operadoras, o la participación de los trabajadores en la sindicalización, no son noticias, es simplemente porque no hay declaraciones del tipo que sea, sobre estos asuntos.

Los medios no dan seguimiento a los temas relevantes, a veces nos enteramos de que estalló una huelga o de que hubo una petición salarial y no sabemos de la petición de este asunto.

Los sindicatos ante los medios, por lo demás, podrían desempeñar tareas de acercamiento y seguimiento, procurando, en primer lugar, informar.
-Y hay que pensar qué les interesa a los medios, no hay que ceñirnos a la agenda de los medios, pero no le interesará a un jefe de información lo que un líder dice todos los meses o todos los años, hay que innovar, tener temas e, incluso, lenguaje original.

-Hay que jerarquizar lo que decimos. Muchas veces un dirigente habla de 5 temas a la vez, habla de muchas cosas sin destacar cuál es el centro de lo que quiere comunicar a los medios.

-Hay que saber explicar. En ocasiones los sindicatos tienen asuntos peculiares legales o asuntos ligados a la seguridad interna o técnicas tan sofisticadas que a veces no se saben explicar ni destacar, ante los reporteros, que -duele decirlo- pero a veces los reporteros son muy ignorantes en asuntos técnicos o sofisticados.

-Hay que entender las prioridades y diferencias de los medios. Hay que reconocer que no todos los medios son idénticos y no conformarnos con que nuestra información se refleje en los periódicos que nos gustan, cuando en los otros no aparece.

-Es importantísimo para tener presencia pública y mejores posibilidades de negociación política -porque políticas son las negociaciones salariales y contractuales- que los sindicatos tengan presencia en los medios de comunicación. Pero hay que saber cuándo al sindicato le hace falta ganar espacios.

-Para tener presencia en los medios el sindicato necesita tener un discurso y muchas veces nuestros dirigentes sindicales no tienen un discurso propio, sino que simplemente reproducen la vieja retórica, como si tuvieran unos cuantos cassettes y de pronto le dijeran "señor Hernández Juárez, ¿qué opina de la privatización de Petróleos Mexicanos?", y pone el cassette 1. "Y qué opina de la caída de la economía" y pone el cassette 2.

El discurso de hoy -y lo podemos demostrar en cualquier hemeroteca-prácticamente idéntico (aún en los sindicatos más novedosos y, por eso, menciono a Francisco Hernández Juárez, cuyo trabajo me merece todo mi respeto) al de hace tres o cuatro décadas.

Si no sabemos renovar ese discurso, no sólo para aderezarlo de nuevos adjetivos, sino para entender qué le puede interesar a esos medios y a la sociedad tendremos que resignarnos a que no pase en los medios de comunicación.

Los sindicatos tendrían que contar con capacidad para tener una batería mediatica muy diversa. Hay que entrar a los medios de masas. Pero hay que tener sus propios medios.

Internet, por ejemplo, es un espacio desaprovechadísimo por los sindicatos mexicanos. Los poquísimos sindicatos con sitios en internet, tienen sitios malísimos que no renuevan, en donde no hay información. Es imposible, por ejemplo conocer los estatutos de un sindicato y, más difícil, las actas de sus asambleas, para no hablar de informaciones que requiere más trabajo renovar y colocar.

Habría que interesarse desde el sindicalismo por los medios, pero no sólo como instrumentos, sino también como espacios donde transcurren muchos mensajes y que influyen, informando de asuntos gremiales, preocupándose de muchos temas, a la sociedad mexicana.

Los trabajadores podrían asumirse como audiencia de los medios, los sindicatos podrían tener una acción importante observando a los medios, porque estoy convencido de que en la medida en que la sociedad mexicana observe a los medios con mayor exigencia esos medios van a ser más sensibles a las demandas, presiones y quejas de sus públicos.

 

 
   
 
 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 
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