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Año 8. No. 424. del 26 feb al 01 feb 2014

www.frecuencialaboral.com: Premio Comunicación Alternativa

 

En 2 Décadas Ha Provocado Graves Desequilibrios Estructurales

CRECIMIENTO MEDIOCRE Y DESIGUAL CON EL TLCAN

*Saldo Negro del Crecimiento Económico con el TLCAN es de Apenas 1.1% del PIB.

*Sólo Consolidaron un Capitalismo Neocolonial

 

Por Josefina Morales

Investigadora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

Colaboración Voluntaria

El Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN es una de las respuestas del capital monopolista trasnacional (mexicano y extranjero) a la crisis de largo plazo que vive el capitalismo mundial desde los años setenta; una de las políticas del neoliberalismo que han reestructurado la economía mundial, imponiendo una nueva división internacional del trabajo.

El TLCAN formalizó constitucionalmente la redefinición de las relaciones estructurales de dependencia con los Estados Unidos, incorporando, subordinadamente, al aparato productivo mexicano al estadounidense, y convirtió al proceso privatizador en uno desnacionalizador. EL TLCAN es, como dijo John Saxe, la compra-venta de México: alguien puso en venta al país para que alguien pudiera comprarlo.

El saldo, 20 años después, nos permite hablar con propiedad de un capitalismo neocolonial, cuyos resultados son un crecimiento mediocre y desigual, tanto sectorial como regionalmente, insuficiente para las necesidades populares; una economía profundamente polarizada, desarticulada, con graves desequilibrios estructurales dominada por el gran capital trasnacional (extranjero y mexicano), con pérdidas de soberanía alimentaria y energética; y un crecimiento de la pobreza, de la precarización del trabajo y de la sobreexplotación de los trabajadores.

El crecimiento promedio de la economía nacional durante esas dos décadas, a precios de 2008, fue de 2.5% al año y del PIB per cápita de 1.1%, entre los más bajos de América Latina. Las promesas de entrar al primer mundo no se cumplieron. Entramos a la OCDE, que tenía en 1994 a 24 países, hoy que tiene más de 34 y seguimos a la cola de esa lista.

Los veinte años del TLCAN se dividen en dos periodos: los primeros siete años con un crecimiento desigual que corresponden al periodo de crecimiento de los Estados Unidos en los años noventa y los 13 que van de este siglo de precario crecimiento entre recesiones y crisis.

En el primer periodo, iniciado en 1994 con el levantamiento zapatista y la crisis política del PRI que llevó al asesinato del candidato presidencial y al de su secretario general, y con la crisis de 1995, México registró un crecimiento medio anual de 3.4%; en lo que va del siglo XXI el crecimiento ha estado determinado por la dinámica de la crisis estadounidense, estimándose apenas una tasa de crecimiento del PIB per cápita de 0.5% entre 2000 y 2013. Hay que recordar que las décadas del cincuenta, sesenta y setenta registraron un crecimiento promedio de 6% anual y un per cápita de 3%.

La desigualdad regional : entre 1993 y 2010, el PIB per cápita nacional creció, a precios de 2003, menos del 1% cada año: 14 entidades registraron una tasa superior, destacando las petroleras (Campeche y Tabasco, por los altos precios del petróleo en lo que va de este siglo), mientras 18 registraron un crecimiento menor. En los primeros años del TLCAN las entidades del norte y Aguascalientes y Querétaro que se incorporaron al patrón manufacturero-exportador y las turísticas como Quintana Roo y Baja California Sur registraron altas tasas de crecimiento, mientras el DF y las petroleras tenían tasas bajas e incluso negativas. El peso de la crisis en este siglo y del narcotráfico dan como resultado en todo el periodo que tengan bajos crecimientos Quintana Roo, Chihuahua, Baja California, Baja California Sur, el D.F., Guerrero y Sonora, mientras destaca en estos últimos años el auge en Guanajuato, por la industria automotriz. Mención especial requiere el proceso de desindustrialización de la ciudad de México, que en 1993 contribuía con la quinta parte de la producción manufacturera nacional y en 2010 con menos del diez por ciento.

Entre 1993 y 2000, las tasas más altas de crecimiento se presentaron en telecomunicaciones (11.9%); en la producción de equipo y componentes electrónicos (11.2%) y en el automotriz y de autopartes (9%). Entre 2000 y 2013 el impacto de la crisis estadounidense y el precario desempeño del primer año del gobierno actual provocaron bajas tasas de crecimiento en la manufactura, la electricidad, la agricultura, el comercio, la salud y la educación.

Veinte años después del TLCAN, los activos públicos apenas si representan alrededor de la quinta parte del total y con la futura enajenación de las riquezas energéticas del país y la creciente mercantilización de la ecuación y la salud pública éstos se reducirán significativamente en los próximos años.

A lo largo de las décadas neoliberales, el gobierno pasó de ser uno de los ejes de la acumulación de capital a ser un promotor de la inversión monopolista, nacional y extranjera, con la política de las Asociaciones Público-Privadas.

Las políticas privatizadoras, de apertura y desregulación han entregado al capital extranjero gran parte de la riqueza nacional y en estos últimos años entregan las empresas energéticas nacionales: se han impulsado políticas facilitadoras de la apropiación de la riqueza nacional, como una fiscal que no cobra impuestos a las grandes empresas y la financiarización de las jubilaciones de los trabajadores, así como múltiples tejes y manejes en el financiamiento del desarrollo. Configurándose de este modo un proceso de acumulación por despojo que ha transitado de la privatización a la desnacionalización.

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

La concentración y centralización de capital se profundizó y llevó a la conformación de nuevos y diversificados conglomerados y a la trasnacionalización de capitales centenarios en asociación con el capital trasnacional, proceso que se precipitó en los primeros años de este siglo en una venta de empresas mexicanas al capital extranjero, que les dio ganancias millonarias sin pagar impuestos.

La inversión extranjera entre 1994 y septiembre de 2013 acumuló 326 136 millones de dólares, 84% realizado en este siglo, mientras la oligarquía mexicana entre 2001 y 2013 invirtió en el extranjero 93 589 millones de dólares. El dominio del capital extranjero en la economía mexicana es estratégico: controla el sector financiero, la minería, las exportaciones manufactureras, los ferrocarriles y tiene un peso significativo en el sector energético.

En el sector comercial, 15.8% del PIB, coexisten un sector monopolizado de capital extranjero y nacional –Wal-Mart, Comercial Mexicana, Soriana, Costco y Sam's- y el sector informal con millones de vendedores ambulantes.

La oligarquía mexicana vendió entre 2000 y 2012, la mayor parte de 54 grandes empresas, de la banca a empresas industriales, por 85 000 millones de dólares, a través del mercado de valores, prácticamente sin pagar impuestos

La primera de las 54 grandes empresas mexicanas vendidas al capital extranjero fue Grupo Cifra, la cadena comercial Aurrerá, a Wal-Mart en 2000; en 2006, Grupo Alfa vendió HYLSA, considerada anteriormente la joya de la corona del otrora grupo Monterrey, a Techint, empresa argentina, por 2 581 millones de dólares. En 2007, el gobierno vendió a Goldman Sachs varias concesiones por 4 021 millones de dólares y el Grupo Imsa, siderúrgica, se vendió a Temium de Argentina por 3 187 millones de dólares. En 2011, la compañía de seguros ING se vendió a Sura de Colombia por 3614 millones de dólares. ( Véanse los informes anuales de la CEPAL y el Diario de Fusiones y Adquisiciones de la consultora argentina ASPwww.diariodefusiones.com).

La desigualdad, la heterogeneidad, la polarización, de la planta industrial se profundiza a partir del TLCAN . El último censo industrial, con datos de 2008, registra 436 851 establecimientos en donde trabajan 4.7 millones de personas. Las microempresas que emplean hasta 10 trabajadores son 92.5% del total y dan empleo a más de un millón de personas, cerca del 70% no remunerado; proporcionan apenas 4.3% de las remuneraciones pagadas y generan 2.8% del valor agregado.

Los grandes establecimientos que emplean más de 1 000 trabajadores cada uno, apenas 559, concentran la cuarta parte del personal remunerado y más de la tercera parte del valor agregado y las remuneraciones pagadas. Estos simples datos señalan graves abismos de productividad entre las microempresas y las grandes empresas, ya que estas últimas en promedio registran 517 855 pesos de valor agregado anual por trabajador y las microempresas apenas 39 005 pesos.

La precariedad del trabajo, la sobreexplotación, base del nuevo patrón de acumulación por desposesión

En 1981 las remuneraciones de los trabajadores eran equivalente a 37.5% del PIB, con la crisis de la deuda la caída fue fulminante y brutal y apenas si representaron 28.4% en 1986. En la década de los noventa la participación más baja se registró en 1996 con 28.9%; en 2003 alcanzó 31.4 y en 2011 se registró la más baja participación de todo el periodo neoliberal: 27.6% del producto interno bruto. Diversas estimaciones señalan la gran pérdida del poder adquisitivo del salario en las últimas décadas y del alto costo de la canasta básica. Una estimación reconoce que el salario de 2012 apenas era equivalente a poco más del 30% del recibido en 1970; y que el salario ha perdido 20% durante los veinte años del TLCAN.

La precariedad del trabajo en el país es brutal: la mayoría de los trabajadores trabajan en la informalidad, sin prestaciones ni seguridad social. Más de la tercera parte apenas si reciben hasta tres salarios mínimos, que no alcanzan a cubrir la canasta básica y más de cinco salarios, el 8.5% de los trabajadores y ahí están los empleados y los ejecutivos de alto nivel. Sólo 34.9% del personal ocupado tiene acceso a instituciones de salud.

  III.- Las perspectivas

 

El TLCAN en este siglo incluyó los aspectos de seguridad, limitando políticamente la soberanía nacional con el Plan Mérida. La subordinación extrema se muestra con la incapacidad del Estado de protestar, ya no digamos impedir, por la construcción del muro de la vergüenza en la frontera norte y ha convertido al territorio nacional en zona fronteriza de Estados Unidos para detener el paso de los migrantes centroamericanos.

El gobierno mexicano ha sido un instrumento del estadounidense para avanzar en la formación de un área latinoamericana integrada por México, Centroamérica y la República Dominicana opuesto a las dinámicas integradoras alternativas de América del Sur.

El Acuerdo Transpacífico (TTP por sus siglas en inglés), en negociación a iniciativa de los Estados Unido y a espaldas del pueblo mexicano, profundizará los problemas generados por el TLCAN. México registró un déficit comercial con el pacífico en 2012 cercano a los 100 000 millones de dólares, poco más de la mitad con China, quién hasta ahora no está incluido en el acuerdo transpacífico, 15% con Japón y 13% con Corea.

Las nuevas formas de acumulación, de sobreexplotación y multiplicación de sectores de trabajadores en la informalidad, de desempleados, de jóvenes sin esperanza y sin futuro, de campesinos sin tierra y sin trabajo, de trabajadores en la precariedad sin seguridad en el empleo, provocan múltiples formas de degradación y descomposición social. Situación que se extrema con el narcotráfico y la acumulación mafiosa impulsada por la delincuencia organizada y las políticas militaristas con las que se pretende combatir en los últimos años.

Al mismo tiempo la resistencia, las luchas sociales diversas -campesinos, indígenas, obreros, maestros, estudiantes- se manifiestan cotidianamente, destacando la lucha en defensa de la tierra y los recursos naturales vitales como el agua, contra la depredación ambiental, la resistencia obrera de los electricidas y mineros, de los maestros y en general la insurgencia de una alternativa por un sentido diferente de la vida.

 
   
 
 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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